UN GRAN AMOR
- John Kennedy
- 21 ene 2021
- 2 Min. de lectura

Cierta vez, una mujer recomendó a su esposo salir con otra. Él, extrañado, consideró que ella buscaba una manera de revivir la antigua llama de amor en aquella antigua relación y le preguntó por qué insistía en hacerlo buscar fuera de su matrimonio lo que allí tenía.
Ella le aclaró de inmediato que tan grande como el amor que se tenían ambos, la otra mujer de quien le pedía que se ocupará era su madre.
Las exigencias del trabajo, las prisas de la vida cotidiana, las obligaciones de hogar y los hijos lo habían alejado inmediatamente de este amor y las visitas a su anciana madre se habían vuelto casuales, pero siguiendo los consejos de su esposa, la llamó esa noche y decidió invitarla a cenar .
En un principio, la madre se mostró extrañada por su inusual llamada y llegó a pensar que algo le ocurría. Pero al ver que no se trataba de nada extraordinario, solo de un deseo de pasar tiempo con ella, la madre acepto gustosa su petición.
El día de la cita la madre esperaba ansiosamente a su hijo, bellamente arreglada y con el orgullo de haber podido anunciar a sus amigas que había podido ser invitada a cenar, fueron a un restaurante en el que su hijo tuvo que leerle el menú, pues sus ojos no lograban descifrar las letras pequeñas.
_ ¿Recuerdas que cuando eras pequeño, era yo quien te leía antes el menú? - preguntó de repente la madre nostálgica mientras recordaba aquellas épocas. Hablaron del pasado y de todo lo que no se habían contado el uno al otro hace años. La velada fue maravillosa, entonces ambos decidieron que la repetirían la semana siguiente, y que esta vez sería la madre quien invitaría al hijo.
Pero dicha velada nunca llegó a ser. A los pocos días, la madre amaneció muerta a causa de un infarto.
Semanas después de haber perdido a su madre, al hijo le llegó en el correo una carta del restaurante en donde habían cenado diciéndole que su madre había dejado pagada su próxima cena por adelantado.
Lo que nos enseña esta historia es que nunca es tarde para encontrar espacios en nuestras vidas para las personas que queremos. Muchas veces dejamos que el ajetreo del día a día acapare nuestras vidas, haciéndonos olvidar lo más importante. Siempre creemos que más tarde tendremos todo el tiempo del mundo, pero la verdad es que nunca sabemos cunado se nos va acabar la vida, y por lo tanto debemos compartirla con las personas a las que queremos y quienes nos quieren
Comentários